domingo, 29 de marzo de 2009

El desparpajo que Kusturica y su orquesta nos dejó en Bogotá


Se trata de una música compuesta por un tal Melquíades. Versiones dicen que cuando éste viajó por el mediterráneo y los Balcanes, era conocido en esas tierras como Emir Kusturica. Vino a Colombia porque es un gitano. Nos trajo un inmenso imán conformado por guitarras, batería, acordeón, saxofón, trombón y violines. Al arrastrarlo por la tarima del escenario, su magnetismo hizo que volaran hacia él, todas las emociones perdidas de la niñez y de la locura. Esas mismas que se habían extraviado hace tanto tiempo por la tiranía de la razón y el impulso omnívoro del control. El pecho de los asistentes al concierto, se fue descosiendo hasta quedar abierto en una inmensa herida. Con cada canción volaban y volaban emociones hacia la tarima. Cuando sonó Unza Unza, alguien encontró la alegría que se le había perdido en la monotonía de su vida. Otros al escuchar Pitbull terrier, reconquistaron su libertad. Algunos al escuchar Was a romeo a jerk reencontraron el amor sonámbulo que se diluye en las noches.

Downtown Majestic era entonces un antiguo teatro de cine que se convirtió en el set de varias películas de Kusturica. Todavía lo recuerdo. Al sonar Bubamara, me convertí en Luka pero no encontré a mi Sabaha. Así que tuve que hacer la escena en que ruedan juntos por el despeñadero de la montaña, girando en solitario como un trompo. De repente, sonó Evergreen y las mujeres más bellas de Bogotá ascendieron al techo del teatro. El guitarrista, vestido de mago, hacía girar su guitarra, parecía una roseta. El día que me llevaron conocer un concierto de Kusturica, pusieron un inmenso arco de violín de muchos metros sostenido por dos mujeres. El violinista Dejan Sparavalo y el guitarrista Emir Kusturica tocaron sus instrumentos rozando sus cuerdas contra el descomunal arco.

Mucho tiempo gitano después cuando me encuentre frente a mi muerte diré que la música de Kusturica es más que música. Es uno de los más extraños túneles por los que podemos salirnos del mundo y descargar el fardo que encorva nuestras espaldas.

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